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383. Nunca Desmayar
Tengo en Dios un grande amor, quiero en El tan sólo fiar; pues así mi corazón nunca puede desmayar.
II
Aunque brame en derredor la furiosa tempestad, siempre fiando en el Señor, nunca debo desmayar.
III
Lleva mi alma, Pastor, rectamente, con verdad, que al abrigo de tu amor nunca debo desmayar.
IV
¡Oh querido Redentor!, no me dejes extraviar; aunque viva en el dolor, nunca quiero desmayar.
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