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ALABANZA POR SU BONDAD

Estudio del texto básico

1 La alegría de alabar a Dios por su bondad, Salmo 92:1-3.

V. 1. El salmista en un himno de gratitud y alabanza resalta que es bueno alabar a Dios y anunciar, tanto en la mañana como en la noche, la maravillosa bondad de Dios. Es interesante la nota en la RVA, que algunas versiones tra­ ducen la palabra “alabar” como “confesar”. Como hemos visto ya, las creen­ cias y experiencias religiosas del salmista no eran ajenas a su alabanza. Su fe se basaba en su experiencia real con Dios, así hay que “confesar” que Dios es bueno, porque ha sido bueno conmigo. Como consecuencia, hay que alabarle.

Las dos experiencias son inseparables en la mente del salmista: Alabar-confe- sar.


V. 2. Seguramente que el salmista era uno de los que participaban en el culto matutino y el vespertino. Le agradaba ir al templo y cantar su gratitud al Dios bondadoso. Las canciones tienen como tema el gran amor y fidelidad de Dios. Como hemos visto arriba, estas dos cosas son unidas en muchas ocasio­ nes en la Biblia, y especialmente en los salmos. El adorador ha tenido expe­ riencias del amor y la fidelidad de Dios de tal manera que se goza en el culto con sus expresiones de amor y gratitud.


V. 3. El arpa era el instrumento musical por excelencia del pueblo hebreo.

La lira o el salterio eran instrumentos de cuerdas también. Cada instrumento era una ayuda para cantar salmos a su nombre.


2 La prosperidad de los malvados es pasajera, Salmo 92:4-9.


Vv. 4,* 5. El salmista da razones por las cuales se debe agradecer a Dios. Evi­ dentemente sus bendiciones han sido abundantes. El repite tres veces casi la misma frase de la felicidad que ha experimentado por las acciones del Señor.

Tanto las obras como los pensamientos del Señor son maravillosos.


V. 6. No todo el mundo reconoce las bendiciones que vienen de la mano de Dios, los necios no pueden entenderlo. Los necios no son personas de baja inteligencia, sino aquellos que no creen en Dios como tal. No pueden creer que es Dios quien ha dado las bendiciones por las cuales el salmista le alaba todos los días. Tampoco ven la futilidad de sus acciones contrarias al plan de Dios.


V. 7. El salmista reconoce que los malvados y los malhechores crecen como la hierba y prosperan. Para la persona que no tiene una fe robusta en Dios esto puede causarle que se desanime demasiado y que se queje de la injusticia que hay frente a esta iniquidad. El salmista ve su fin —ser destrui­ dos para siempre. Andar en el camino de maldad lejos de los propósitos de Dios puede producir prosperidad transitoria, pero al final viene la destrucción.

Era difícil para el hebreo ver prosperar a los malos, puesto que la prospe­ ridad era considerada como una de las más grandes bendiciones de Dios. El hecho de ver la prosperidad de los necios, de los insensatos, de los impíos, de los que hacen iniquidad era temporal, porque al fin van a ser destruidos para siempre.


V. 8. Una cosa es cierta, Dios siempre es Dios, no puede ser destruido por la oposición de los malvados. Siempre está en lo alto, y siempre es el más alto.


V. 9. El salmista no tiene duda del fin de los enemigos de Dios: serán destruidos y dispersados. No quedará nada de ellos; su prosperidad terminará.


3 La fuerza dada por Dios produce resultados, Salmo 92:10, 11.


V. 10. Vivir según las enseñanzas del Señor produce efectos consecuentes.

Dios aumenta las fuerzas del salmista y vierte aceite en su cabeza, un signo especial de favor o elección. No hay duda de que hay un estallido de fuerza cuando se siente la presencia, la aprobación y el poder del Señor. El salmista ha tenido esta experiencia, participando en los cultos matutinos y vespertinos.


Ahora puede comparar su fuerza con la del búfalo, o del toro salvaje. El sal­ mista encuentra nuevas fuerzas para encarar la vida.


V. 11. La preocupación expresada anteriormente en cuanto a la prosperi­ dad de los malos, sus enemigos, también recibe respuesta. Verá su destruc­ ción, no en un sentido de gozo malicioso por su fin, sino que otra vez la justi­ cia del Señor habrá sido manifestada. Estos hechos son el resultado de la ac­ ción de Dios quien está en lo alto y da a toda persona conforme a sus acciones.


4 El resultado feliz de seguir al Dios bondadoso, Salmo 92:12-15.


Vv. 12,13. El salmista ve una relación íntima entre la persona justa y la lon­ gevidad. Los compara con la palmera y el cedro, dos árboles altamente con­ siderados en el Medio Oriente. Se usa la palmera floreciente como un símil de la prosperidad de los justos. (Véase Sal. 1:3 y Jer. 17:8.) El cedro es conocido por su fuerza y su esplendor. Siguiendo esta imagen de los justos, el salmista los coloca en el sitio más amado y apreciado por los judíos: dentro de los atrios del templo donde pueden florecer. Simbólicamente la imagen enfatiza el hecho de que los justos encuentran un lugar propicio para crecer y florecer, en la presencia constante de Dios.


Vv. 14,15. La vejez no será problema para ellos, florecerán, demostrarán su vitalidad para anunciar que Jehovah es recto, y en él no hay injusticia. La vejez era un signo de la bendición del Señor en la vida de la persona, pero una vejez fructífera sería una bendición mayor. Hay que notar que esta bendición especial no es para “descansar”, sino para “anunciar”, para dar testimonio de quién es Jehovah, y cómo actúa con fidelidad en la vida de sus seguidores.

Uno de los problemas que se ha presentado en este Salmo ha sido la prosperi­ dad de los malos, pero termina enfatizando otra vez que el Señor es recto, o sea es perfecto en su relación con las personas. Además, en él no hay injusti­ cia. Será justo tanto con los que le aman y le obedecen como con los que le rechazan y desobedecen sus leyes. Este testimonio se basa no en una teoría lejana, sino en la experiencia vivida por el salmista.


Este Salmo es especialmente pertinente a nuestra situación contemporánea cuando se ha alargado la expectativa para la vida en casi todo el mundo. Pero a pesar de esta bendición hay muchas personas que marginan al adulto mayor y no le toman en cuenta. El mensaje aquí debe ser escuchado cuando la igle­ sia o la familia es tentada a jubilarle de toda actividad religiosa, o el mismo adulto toma esta decisión. Hay que considerar la visión que el salmista tenía de la persona, a pesar de su edad, vigorosa y con un testimonio auténtico, creíble por sus largos años de experiencia con el Señor.

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