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DIOS DA ESPERANZA A SU PUEBLO

Estudio del texto básico

1 Esperanza: luz que brilla en la oscuridad,

Isaías 9:1-5.

V. 1. Se describe aquí la invasión por el ejército de Asiria que penetró hasta Samaria en la campaña de los años 734-732 a. de J.C. y que resultó en la cap­tura de Damasco. Todo el territorio de Israel del norte quedó en manos de Asiria excepto la ciudad de Samaria. No obstante, el profeta espera que la si­tuación cambiará en tiempos posteriores al llegar el rey mesiánico, e Israel se­rá un solo reino como en días de Salomón. Galilea de los gentiles es el terri­torio al oeste del mar de Galilea que tal vez en aquel entonces tuvo una po­blación bastante numerosa de no judíos, la razón podría ser porque la conquis­ta por Josué comenzó en el sur y nunca fue total en el norte.


V. 2. La guerra trae siempre oscuridad y desesperación. La gente no ve so­ lución por ninguna parte; todas sus posesiones han sido llevadas y han queda­ do en la pobreza absoluta. Eran los que habitaban en la tierra de sombra de muerte. Pero Isaías anuncia que de repente la luz de paz resplandecerá en las calles destruidas y la gente podrá salir de sus casas sin peligro.


Vv. 3, 4. Una mejor traducción sería: “Tú has multiplicado el regocijo. Tú has aumentado el gozo.” No cabe duda de que Dios ha dado la victoria sobre los opresores. El pueblo puede regocijarse como lo hacen los agricultores después de una cosecha abundante, como soldados que están muriendo de hambre y hallan comida abundante entre las provisiones del enemigo derrota­ do. La guerra los deja en pobreza completa. Solamente Dios puede proveer para las necesidades de su pueblo que no tiene nada. Tal como Dios dio la vic­toria a Gedeón y sus pocos soldados en el campo de Madián dará la victoria a Israel frente al poderoso ejército de Asiria. Jueces 6-8 relata la victoria glo­riosa de Gedeón y sus 600 hombres.


V. 5. El calzado del soldado que ha matado en batalla y su ropa manchada de sangre serán quemados, simbolizando el fin de los conflictos y la matanza.

Será día de alegría, porque representará el inicio de la época de paz.


2 Esperanza: el niño será el Rey Eterno, Isaías 9:6, 7.

V. 6. Este es el momento culminante en la profecía. Algunos intérpretes dicen que Isaías se refiere al rey Ezequías quien subió al trono de Judá, en 715 a. de J.C., después del rey sumamente débil Acaz. Pero lo más probable es que pensaba en un rey ideal de la línea de David. Iba a ser el soberano porque lle­varía el emblema de autoridad sobre su hombro. No podemos estar seguros de la situación histórica en que Isaías pronunció la profecía, pero podemos afir­mar que esta profecía tuvo su cumplimiento en la persona del Mesías.


Los cuatro nombres merecen mucha atención: Admirable consejero sig­nifica su gran capacidad administrativa y talento para planear. Las palabras en hebreo no dan énfasis sobre el pastor consejero sino sobre el rey capaz de guiar a sus generales y administradores en su labor. Dios Fuerte enfatiza su superioridad sobre sus enemigos. Es capaz de ser el comandante de sus tropas y de la población civil en tiempos de guerra. Sabe planear y administrar la estrategia que produce victoria. Padre Eterno significa su cuidado constante a su pueblo. No es la idea que él mismo va a vivir para siempre, sino que va a hacer provisión para que su reino dure para siempre. Príncipe de Paz pone énfasis sobre la vida abundante que su pueblo va a disfrutar. Va a lograr una paz internacional que permitirá la prosperidad de la nación por no tener que gastar tanto en armamentos y guerras con los vecinos. Como alguien ha dicho: “Este rey tendrá la sabiduría de Salomón, el valor de David y las virtudes reli­giosas de Moisés.”


V. 7. El reino del Mesías traerá felicidad, armonía y gozo, algo totalmente desconocido hasta aquel entonces. La palabra paz, que es shalom, significa felicidad en el hogar, bienestar en la sociedad y contentamiento en el corazón.

El reinado mesiánico se caracteriza por derecho y justicia, dos términos uti­lizados frecuentemente por los profetas. La promesa aquí asegura la victoria final de las fuerzas de Dios cumpliéndose así su propósito divino.


3 Esperanza: por las cualidades del Mesías, Isaías 11:1-5.

V. 1. Isaías anuncia que un retoño de la familia de David será el Mesías de Israel. Como profeta él sabía que un día la nación pecaminosa iba a ser des­truida y Dios tendría que hacer su obra por medio de un grupo reducido de sus seguidores. Pero Dios no será derrotado y sus propósitos se cumplirán en la tierra. Tal vez esta profecía fue anunciada unos meses más tarde que la del capítulo 9. Los representantes de la familia de David no habían dado un testi­monio que honrara a su gran antepasado. El tronco de Isaí se refiere al linaje del cual salieron todos los reyes de Judá. desde Abraham, y del linaje de Jesús, trazado por medio de José, en Mateo 1:1-16.


V. 2. Lo más importante es que el Mesías será equipado por el Espíritu de Jehovah para hacer su obra. Esta referencia que señala al Mesías, ciertamente se refiere en forma perfecta a Cristo y su ministerio terrenal. El mismo Jesús proclamó que el Espíritu de Jehovah estaba sobre él, Lucas 4:18. Se debe no­tar que es un solo Espíritu que concede seis virtudes al Rey Mesías. Estas apa­ recen en tres pares. El primer par da sabiduría al rey. Sabiduría e inteligencia, son dones de Dios, no cualidades recibidas por herencia. Luego recibirá una capacidad administrativa extraordinaria, espíritu de consejo y fortaleza.Ten­drá poder que un ser humano normalmente no tendría para trabajar. Dos cuali­dades son de Suma importancia: conocimiento y temor de Jehovah, conocer a Dios en una relación personal y respetarle como Soberano. Esto es la verda­dera piedad. Conocimiento es conocer a una persona por medio de una rela­ción personal. El temor de Dios es el respeto y reverencia.


Vv. 3,4. Se deleitará,indica que Cristo tiene el propósito único de cumplir la voluntad de su Padre, hebreos 10:7, 9. Estos versículos explican las fun­ciones del Espíritu de Dios en el Mesías. No obrará como un rey humano quien actúa a veces a favor de los intereses creados de sus príncipes, sino que administrará justicia a los pobres y oprimidos. Golpeará la tierra, es una expresión que ilustra su dominio sobre la creación. Dará muerte al impío, ilus­tra el juicio que Dios manifestará hacia los que fomentan la injusticia, el sufrimiento y la opresión.


V. 5. La misión del Mesías es social en promoción de la ética personal y nacional. Se ve esto en el gran cinturónque llevará que se distingue por justi­cia y fidelidad. Lo más esencial de su uniforme serán estas dos cualidades que identificarán su ministerio mesiánico.


4 Esperanza: aun en la naturaleza, Isaías 11:6-9.

V. 6. Después del relato de las virtudes del Mesías el profeta da una descrip­ción del reino del Señor en la tierra cuando toda la naturaleza estará en paz entre sí. Únicamente el Rey-Mesías tendrá las cualidades para lograr este re­sultado. Es la paz universal que anticipa el libro del Apocalipsis. Un niño los conducirá,ilustra el gran contraste entre el presente y el futuro.


V. 7. La esperanza del paraíso nuevo aparece con frecuencia en el Antiguo Testamento. (Ver Isa. 32:15; 41:17-19; Eze. 34:25-28; 47:1-12; Amos 9:13- 15; y Zac. 14:4-11 entre otros.) El creyente hebreo sabía muy bien lo que sig­nificaba haber perdido el privilegio de vivir en el Edén junto al árbol de la vida.


V. 8. En la esperanza que Dios daba a su pueblo, preparando el camino para el Mesías, usa hechos que desafiaban a tener fe en su poderoso y algunas veces increíble obrar: Un niño de pecho con la cobra, y el recién destetado ex­ tenderá su mano sobre... la víbora. Niños indefensos que disfrutarán de la ar­monía y confianza de un nuevo orden mesiánico.


V. 9. El momento culminante del oráculo es la afirmación que la tierra estará llena del conocimiento de Jehovah. Así se describe la influencia uni­versal y total de la presencia de Dios como las aguas cubren el mar. Estas pro­fecías eran de cumplimiento futuro en el tiempo de Isaías, así como lo son para nosotros hoy, porque aún el conocimiento de Jehovah no ha llegado a cubrir toda la tierra. Jesús nos envió a ir “hasta lo último de la tierra”.

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