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DIOS LLAMA A SU PROFETA

Estudio del texto básico

1 Dios se revela a su profeta

Isaías 6:1-4.

V. 1. En el año que murió el Rey Usías (742 a. de J.C.), vi yo al Señor senta­do sobre un trono alto y sublime. La muerte del rey Uzías fue un golpe incalculable para Judá. En 1 Reyes 15 y 2 Crónicas 27 se describe el esplendor de su reinado. Modernizó el ejército, estableció la industria de cobre y de hierro, y fomentó el progreso de la agricultura. Bajo su gobierno el país conoció la paz y una prosperidad sin igual desde la época de Salomón.


Normalmente se esperaría encontrar el llamamiento del profeta al principio de su libro; sin embargo, es posible que el escrito vino después del cumplimien­to de algunas de las amenazas pronunciadas en los capítulos anteriores y sirve como un prólogo de introducción a los próximos capítulos que forman una unidad literaria denominada frecuentemente con el título: “El libro de Emanuel (7 a 12).

Al morir Uzías el pueblo quedó como ovejas sin pastor. Isaías tal vez entró en el templo para orar y se asombró al descubrir que la grandeza humana siempre termina en la tumba, y que la grandeza de Dios dura para siempre. En un instante comprendió que sólo Dios es Soberano, Sublime y Santo. Es el Creador de todo, el Rey de reyes, sus propósitos se cumplen hasta los fines de a tierra y para toda la eternidad. Es digno de toda honra y alabanza y es Santo totalmente diferente del ser humano. No está lejos de nosotros, pero no com­parte nuestro pecado y violencia. Ningún ser humano jamás vio a Dios; Isaías tuvo una visión de la gloria de Dios tal como Ezequiel describe en 1:26-28. En ese momento Isaías también comprendió que la gloria de Dios llena el uni­verso: el borde de sus vestiduras llenaba el templo.


V. 2. Alrededor del trono de Dios había un número no determinado de sier­vos de Dios. La palabra serafínprocede de un verbo que significa arder. Puede ser que fueron seres espirituales que podían volar con la rapidez del fuego en obediencia a los mandatos de Dios. De todos modos, son los mensajeros de Dios y vuelan a cualquier parte para hacer su voluntad. Son seres obedientes que muestran mucho respeto a Dios.


Vv. 3, 4. Formaban un coro antifonal para anunciar una cualidad única de Dios. Solamente él es Santo.También proclamaban que no hay lugar en la tierra donde la gloria de Dios no se manifieste. La palabra Santo es de suma importancia. Viene de un verbo que significa “separar". Dios está completa­ mente separado de todo lo pecaminoso por su naturaleza. No obstante, no está distante de su creación. Ama a sus hijos, pero no ama sus pecados. Treinta veces aparece el título de “Santo" en el libro de Isaías. Jehovah era el santo, soberano Dios que cuidaba a Judá. Al olvidar eso Judá estaba destinado a la ruina. ¡La experiencia de escuchar al coro celestial y tener una visión de Dios dejó al joven Isaías asombrado! Tal como el templo se llenó de la gloria de Dios cuando Salomón lo dedicó, así sucedió durante el llamamiento de Isaías (1 Rey. 8:10, II).


2 Dios limpia el pecado del profeta arrepentido

Isaías 6:5-7.

V. 5. Aquí se enfatiza la reacción natural del profeta: reconocer y confesar su pecaminosidad y la de su pueblo. Al tener una visión de Dios en toda su glo­ria y santidad Isaías comprendió la gravedad de su propio pecado. La santidad y pureza de Dios siempre obran este resultado en el ser humano. La santidad de Dios tiene un aspecto moral que se destaca de la naturaleza humana por buena que esta sea. La exclamación de Isaías se traduce mejor con la nota al pie de página en la RVA “¡Ay de mí, pues soy perdido!" El profeta se sentía tumbado, destruido, sin esperanza alguna.

Labios impuros, tal vez el pueblo y el joven Isaías eran tan materialistas que alababan sus posesiones en lugar de a Dios o adoraban a los ídolos al mis­mo tiempo que adoraban a Dios. Empleaban sus labios en alabar a sus pose­siones en lugar de al Creador de todo. Nuestros labios son inmundos cuando toda nuestra conversación es sobre cosas materiales que pronto desaparecerán y no consiste en oración al Dios eterno.


V. 6. El perdón del pecado de Isaías es logrado sin ningún sacrificio ani­mal y sin el ritual establecido por la Ley. Esto es de suma importancia: Gene­ralmente en el A.T. el perdón de pecado estaba ligado a la observancia de la ley y al sistema de sacrificios, pero en el N.T.-es por la gracia de Dios. En el caso de Isaías se ve la gracia de Dios obrando ante el arrepentimiento del pe­cador.

El hecho de recibir el perdón fue doloroso para Isaías, un carbón encendi­do. pero muy eficaz. La iniciativa fue de Dios frente a la sumisión de Isaías: Entonces voló hacia mí uno de los serafines.


V. 7. El anuncio del serafín es muy semejante a la frase que Jesús empleó en muchas ocasiones. “Hijo, tus pecados te son perdonados" (Mar. 2:5). Es importante anotar que juntamente con el perdón viene el alivio del sentido de culpabilidad. Precisamente el perdón llegó para limpiar la parte más afectada: tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.


3 Dios llama a Isaías a servirle, 

Isaías 6:8-10.

V. 8. Al estar agobiado por su pecado Isaías no podía oír la voz de Dios bus­ cando un mensajero humano. El perdón le hizo ser una “nueva creatura” y pudo ver un mundo que necesitaba el mensaje de Dios. A diferencia de otros, como Moisés. Jeremías y Ezequiel. Isaías no presentó un montón de excusas, sino que se presentó en seguida como voluntario en el ejército del Señor. Su respuesta en hebreo consiste en dos palabras: Algunos preguntan por qué Dios habla en plural: ¿Y quién irá por nosotros? Seguramente Dios tomó en cuen­ta a los ángeles que le sirven. No es que ellos tengan que decidir, pero Dios se comunica con ellos al tomar su decisión y les hace parte de su misión en la tierra. (Como muestra de la idea ver: Gén. 1:26; 3:22; 1 1:7; 1 Rey. 22:19-22; Job 1:6-12; 2:1-6; y Sal. 82:1; 89:5.)


Vv. 9, 10. El ministerio de Isaías iba a ser difícil y sin éxito aparente. Predicaría y el pueblo no entendería. El efecto de su obra sería completamente distinto de lo que él quiso. A los ojos del pueblo su misión sería un fracaso.

No es fácil entender la expresión: Haz insensible el corazón de este pueblo; ensordece sus oídos y ciega sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos. ...y yo los sane.¿Acaso quería Dios que Isaías predicase de tal manera que las personas no entendieran? ¡No! La voluntad de Dios no era esa. El Señor conocía a su pueblo, había trabajado con ellos por muchos años y con mucha paciencia (1:2-9). Los imperativos de los versículos indican la naturaleza rebelde del pueblo y el no entender describía meramente lo que sería el resultado de la predicación. El problema era el pueblo y no la calidad de los mensajes. Al analizar el trabajo de Isaías no hay manera de ocultar esta verdad.


4 Dios anuncia la tarea difícil de su profeta

Isaías 6:11-13.

Vv. 11-13. Es muy normal que el profeta diga: ¿Hasta cuándo Señor? Cuando el labrador siembra la semilla, la cultiva y la cuida, espera recibir frutos de esa semilla. Esa espera se hace con la pregunta: ¿Cuándo levantaremos la cosecha? La respuesta de Dios a Isaías no era halagüeña. Dios vio que Samaría iba a quedar en ruinas y también todo el territorio de Judá sería destruido durante el transcurso de la vida de Isaías. El profeta en el v. 12 anuncia el cau­tiverio de Samaría que ocurrió después de 10 años de su labor; pero también Dios le avisó que un remanente fiel sobreviviría a la invasión. Utilizando esta “semilla santa" Dios podría comenzar de nuevo su tarea de levantar a su pueblo santo para hacer su obra en la tierra.

El pueblo de Israel sería purificado por fuego para cumplir los propósitos de Dios en la tierra. Seguramente este pensamiento constituía la única moti­vación para Isaías a continuar con su predicación.

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