1. La dicha del perdón es para todo aquel que siente el deseo de arrepentirse de su pecado y pedir el perdón del Señor.

Esta es la invitación constante de un Dios de amor.

2. El pecado afecta íntegramente a la persona.

La ciencia ha confirmado lo que el Salmista afirma. La salud es afectada por el pecado. Muchos ven cómo una enfermedad tiene su principio en algún momento emocional, en un sentido de debilidad cuando la inmunidad de la persona está en un nivel peli­groso. El lenguaje simbólico de "se envejecieron mis huesos en mi gemir, todo el día’ y "mi vigor se convirtió en sequedades de verano” demuestran cómo el pecado y su efecto toman preso al cuerpo, las emociones y el espíritu, o sea toda la persona.

3. El pecado puede mantener a una persona en postración. 

Hay una relación directa entre el mal y algunas enfermedades. La confesión a Dios de un pecado logra la restauración y la sanidad moral y espiritual.

4. Hay dos posibilidades para la persona que ha pecado: arrepentirse y ser perdonado de su pecado o no pedir perdón y continuar en su camino pecaminoso.

Dios invita a todos a arrepentirse y buscar su perdón, dándoles el refugio y la protección de la angustia.