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EL SENTIDO DE LA VIDA

Estudio panorámico del contexto

A. Fondo histórico:


En la Biblia en hebreo la primera frase de este libro lleva el título Qohéleth, hijo de David, rey en Jerusalén. La palabra viene del verbo kaleo en griego, la cual significa “convocar a una reunión o asamblea”. Qohéleth es la forma del participio, y por eso se puede traducir “predicador” u “orador”.


El libro afirma que Salomón, hijo de David, rey en Jerusalén, es él es­critor. Muchos eruditos dudan de este hecho, y sugieren que el escritor utilizó el nombre de Salomón para darle peso a sus conclusiones en cuanto al valor de la vida. Lo cierto es que el escritor fue alguien que había experimentado con varios estilos de vida, para llegar a la conclusión que una actitud de reve­rencia hacia Dios es fundamental para descubrir el sentido de la vida.


El escritor de Eclesiastés había observado mucho a las personas en su búsqueda de la felicidad, y concluyó que estaban equivocados en su intento, porque había resultado en la “vanidad de vida”. El peregrinaje de la vida nos da muchas enseñanzas en el camino, pero tenemos que acudir a Dios para des­ cubrir el sentido verdadero.

El libro nos revela el concepto limitado de la inmortalidad en aquel en­tonces. Parece que 3:20, 21 indica que se pensaba que los seres humanos y los animales van al mismo lugar después de la muerte. Pregunta si el espíritu del hombre va arriba después de la muerte, o se vuelve polvo como los animales.

Damos gracias a Dios porque en el Nuevo Testamento tenemos una revelación más completa en cuanto a la inmortalidad.


B. Énfasis:


Búsqueda del sentido de la vida, 1:1-11.

Refleja el orden del universo bajo el Dios soberano y la manera en que las leyes de la naturaleza exigen una suce­sión de eventos. Las generaciones vienen y se van, el sol sale y se pone, los vientos vienen y se van; parece que todo sigue un ritmo monótono. Muchas personas viven día tras día sin sentir que su vida ha tenido significado.


El camino del placer, la riqueza y el conocimiento es un callejón que no produce felicidad, 2:1-19.

El predicador decidió buscar el sentido de la vida por medio del placer. Al final se dio cuenta de que la felicidad duradera no radica allí. Descubrió que las personas con riquezas son las más miserables, porque sus posesiones materiales representan barreras para relaciones genuinas con otras personas. También decidió buscar por medio de las ciencias y la sabiduría la respuesta a las preguntas fundamentales de la vida. La conclusión es que uno lucha por conseguir la sabiduría y los conocimientos y ejerce sus talentos, pero deja las riquezas a otro que jamás se afanó en ello (2:21). Así que ese camino también es vanidad de vida.


Impiedad en vez de justicia, 3:1 a 4:5.

El predicador cuestionó la diferen­cia entre los seres humanos y los animales, y llegó a dudar si había inmor­talidad para la humanidad o si morimos como los animales. Concluyó pregun­tando: “¿Quién sabe si el espíritu del hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” Esta es una pregunta que muchas personas se hacen hoy. La respuesta está en el Nuevo Testamento, donde Cristo pro­metió vida eterna para todos los que creen en él.


Las ventajas de una vida sabia, 4:6-12.

Es de sabios cultivar amistades puesto que somos seres gregarios y tenemos la necesidad natural de convivir y apoyarnos en otros. Es de sabios también saber retirarse a tiempo, dando lu­gar a nuevas generaciones para llevar adelante los proyectos que demandan fortaleza y determinación.

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