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EL APOCALIPSIS

EL APOCALIPSIS

Revelación de lo presente y de lo porvenir.
El reino de Dios se ha acercado decía Juan.
Arrepentíos, enderezad sus sendas.


Bienaventurado el que lee, los que oyen y GUARDAN las palabras de esta profecía.

Es sorprendente ver como valoramos nuestro presente, como amamos nuestros deleites, y muchas veces ignorar el futuro voluntariamente.
Si los creyentes pecamos queriendo ser justos, que se deja para los no creyentes. Dice Pedro: Si el justo con dificultad se salva ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

En pleno 2021, con casi 2000 años de conocimiento de la revelación o apocalipsis, la gente no viene a los pies de Cristo, y muchas veces vamos, pero luego ya no GUARDAMOS. Entonces nos queda por reflexionar:

¿Qué se requiere que haga Dios para salvarnos, más allá de lo que ya hizo?

R./ Nada, con razón ya no hay grandes prodigios, ya no hay Profetas Mayores, pues ¿qué anunciarían mayor que lo ya anunciado?

Si dice el mismo apocalipsis 9:20-21 "Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar" "y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos"

Si no somos capaces de arrepentirnos viendo toda esa ejecución del juicio de Dios, ciertamente tiene razón Dios en decir que somos de dura cerviz. Y ciertamente tiene razón también en preparar un fuego eterno, pues nuestra rebeldía como humanidad también es eterna.

Queda claro también que Dios conoce quien procederá al arrepentimiento y quien no, sin ser el quien haga arrepentirse. Aun cuando desea y anhela nuestra salvación.

Es tierno que antes de revelar tal juicio, nuestro Señor aún nos diga: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta entraré a él, y cenaré con él, y el conmigo" Ap. 3:20
es una invitación en presente, que nos muestra que aún hay oportunidad, pero que vemos a través de todo lo narrado y de toda nuestra vida terrenal, que muchos no tomarán voluntariamente, ni aún si se les está viniendo el mundo encima. Mas a aquellos que la hemos tomado nos dice: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono".
Es una batalla, en la que no se gana derribando al enemigo, sino resistiéndole y manteniéndonos firmes en lo creído, poniendo por obra lo aprendido y clamando a gran voz para que todo hombre sepa que: "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero"

"Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús"

Dios nos bendiga.

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