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EL GOZO DE LOS REDIMIDOS

Estudio panorámico del contexto

A. Fondo histórico:

Los capítulos 34 al 39 de Isaías abarcan el período de la amenaza mayor del emperador de Asiria, Senaquerib, contra Judá y Jerusalén. Samaría ya ha­bía sido conquistada en el año 722 a. de JC. y ahora llegó la hora de Jerusalén.

El profeta Isaías en primer lugar habla de la edad gloriosa cuando Dios reina­rá sobre todas las naciones y luego nos permite leer su diario sobre los acon­tecimientos de los últimos años del rey Ezequías. Isaías era un anciano en aquel entonces y le quedaban pocos años de servicio para su Señor. En tales circunstancias escribió dos capítulos proféticos sobre el futuro (Isa. 34 y 35), para anunciar el juicio de Dios sobre las naciones y el futuro glorioso de Sion.


Después pasó a describir la más grande liberación en la historia de Jeru­salén. El ejército de Asiria rodeó la ciudad. No permitieron que nadie saliera ni nadie entrara a Jerusalén. Luego el emperador de Asiria anunció a los habi­tantes que Dios le había enviado contra la ciudad.

Frente a tal blasfemia Isaías declaró que ni una flecha suya iba a caer en Jerusalén. Efectivamente, el ejército de Asiria fue destruido por el poder de Dios y tuvo que levantar el sitio y retirarse.

El capítulo 38 relata la sanidad del rey Ezequías de una enfermedad miste­riosa. En el capítulo 39 Isaías le aconsejó sobre el peligro de comportarse con orgullo frente a los embajadores de Babilonia.


B. Enfasis:

En los últimos tiempos: Juicio y redención, Isaías 34.

Este capítulo describe el gran juicio sobre todas las naciones. Habrá una destrucción total de la naturaleza debido a su pecado. El capítulo 35 anima a los fieles a ser

constantes en su devoción al Señor. Dios anuncia el paraíso que existirá en la nueva tierra con su Camino de Santidad que conducirá a los redimidos a Sion.


El orgullo del Emperador de Asiria, Isaías 36.

Por medio de un comisario político Senaquerib anuncia que el Dios de Israel le ha enviado a tomar Jeru­salén. Su representante habla en hebreo y esto infunde miedo en el pueblo.

Ezequías manda a la gente que no responda a las amenazas del asirio.


La liberación de Jerusalén, Isaías 37.

Isaías anuncia que tales amenazas son nada menos que blasfemia contra el Dios verdadero. No las aguantará Dios y el enemigo no entrará a la ciudad, sino que volverá derrotado a su tie­rra. Así ocurrió como milagro inolvidable para Israel. Sabían que Dios y Dios solo había salvado a Jerusalén.


Dios sana y salva al rey, Isaías 38.

Para que Ezequías no tuviera orgullo por la liberación de Jerusalén, Dios permitió que estuviera muy enfermo. Dios le sanó y el rey prometió andar con humildad ante Dios el resto de su vida.


El error de Ezequías, Isaías 39.

Tal vez unos dos años después y como resultado de la prosperidad, Ezequías recibió embajadores de Babilonia y les mostró toda la riqueza de su palacio y en todos sus dominios. Isaías se asom­bró y le anunció al rey que un día ese mismo país iba a invadir a Judá y llevar como botín toda la riqueza que él les había mostrado.

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