LA DICHA DEL PERDÓN
Estudio panorámico del contexto
A. Fondo histórico:
Con este tema se completan tres estudios de los Salmos penitenciales. Estos Salmos (6. 32. 38. 51. 102. 130. 143) han tenido a través de los siglos un ministerio restaurador en los corazones y los labios de personas culpables de pecado pero que se han arrepentido y han buscado el perdón del Señor. Cada Salmo da un mensaje especial de un momento intenso en la relación de Dios e Israel, o Dios y un individuo.
En cada caso la situación demandaba algo nuevo, algo radical. En estos Salmos el Salmista reconoce su propio pecado, no acusa a otra persona, ni a Dios por su situación. Reconoce que él es culpable y que el único camino a la restauración es por medio de su arrepentimiento y el perdón de Dios.
La Biblia tiene muchos ejemplos de pasajes que hablan de la necesidad de arrepentirse y recibir el perdón de Dios. En uno de ellos citado frecuentemente, Jehovah habla con Salomón para hacer un pacto con él y con la nación: "si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra" (2 Crón. 7:14).
En la profecía de Isaías encontramos pasajes que nos ayudan a entender lo que es el pecado y el efecto del perdón en la vida de la persona o la nación arrepentida. “Venid, pues, dice Jehovah: y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isa. 1:18). Hay un cambio radical en la vida de la persona que recibe el perdón de Dios. La dicha del perdón es una realidad para todo el que esté dispuesto a confesar su pecado y mostrar su arrepentimiento.
B. Enfasis:
El Salmo 130 es parte del contexto bíblico del estudio de hoy. Este Salmo es el más claro y preciso de los siete Salmos penitenciales. Empieza con una súplica a Dios pidiendo ser escuchado. El Salmista ilustra el contexto de su súplica: "De lo profundo de mi ser” o sea clama a Dios desde la más profunda depresión y necesidad. Podríamos decir que aquí el grito viene de “nadie” de "ninguna parte". Pero esta súplica es oída tal como en los tiempos de los hebreos esclavos en Egipto (Exo. 2:23-25).
Los versículos 3 y 4 presentan la gran verdad del evangelio: nadie podría encontrarse de pie frente a Dios si él tuviera en cuenta nuestra maldad, pero la gran verdad liberadora de Dios es "pero en ti hay perdón” (v. 4a). Como resultado del perdón la persona honrará al Señor, le mostrará la reverencia debida.
La reverencia y la honra dadas a Dios son combinadas con la esperanza, una "esperanza viva", una esperanza activa en que Dios responderá a esa necesidad. Espera con entera confianza en que Dios le rescatará del abismo.
El Salmo termina con un mensaje que va de lo personal a toda la nación: "en él hay abundante redención". El individuo como parte de la nación siente responsabilidad por ella, y así llama a la nación al arrepentimiento, porque en Jehovah hay misericordia y abundante redención.